Ciudad de México. En cada Pumas-Guadalajara hay postales individuales imposibles de olvidar. El partido que definió un campeonato de Liga en 2004, el de los desplegados y las celebraciones con la leyenda de Gatito ni madres, ingenio del brasileño Ailton da Silva, volvió a hacer estallar el estadio Olímpico Universitario. La lista es larga y está plagada de nombres que dejaron huella en esta vibrante rivalidad. César Huerta lo hizo anoche en los cuartos de final de vuelta, celebrando la victoria (3-0, 3-1 global) y su participación en los goles con una camiseta en la que presume: Re-hecho en CU.

Es imposible comprender el nivel del equipo universitario sin Huerta, un jugador capaz de desequilibrar con los reflejos, la imaginación y la velocidad. Miles de aficionados lo ovacionaron y salieron felices de verlo, sabiendo que al terminar la noche podrían seguir con los ojos ilusionados. Ningún otro sonido, como el “¡Olé, olé, olé, Chiiino, Chiiino!”, retumbó con tanta fuerza en la zona alta del Pebetero y sus alrededores. Tal vez el jalisciense no sea en sus desplazamientos el atacante más ordenado para los estrategas obsesivos, pero posee una facultad inigualable para cambiar con una jugada el rumbo de una serie.

En un plantel donde disfruta de una estrecha relación con el entrenador argentino Antonio Mohamed, el Chino acude puntualmente a solucionar los problemas a falta de gol. La obligación de hacerlo, después de caer 1-0 en la ida en el estadio Akron, despertó en él un espíritu inquebrantable, ese rasgo que identifica a los jugadores diferentes. El silbante César Ramos determinó que Antonio Briseño desvió la primera jugada que tuvo a su alcance, pero el nuevo consentido de la afición auriazul fue determinante para que el centro de Robert Ergas terminara en un autogol del central rojiblanco (14).

El Rebaño se encontró ante la necesidad de crear consensos entre sus jugadores, pero el resultado no fue otro que desidia. Apenas un remate desviado de Érick Gutiérrez, muy cerca del poste derecho de Julio González, permitió que el técnico Veljko Paunovic levantara la vista y creyera que algo mejor podía venir. Pero entonces, Huerta, resistiendo un chaparrón de patadas a diestra y siniestra de los defensores rojiblancos, convirtió el 2-0 desde el manchón de penalti luego de una falta clara de Alan Mozo sobre Ergas (minuto 18).

El futbol que enorgullece a la afición felina, el de la garra y la mística, apareció finalmente en una Ciudad Universitaria que reunió a más de 44 mil 600 personas. Es un nuevo periodo de reivindicación. Pumas ha confeccionado un bastión de poder en el Chino, pero también liderazgos que en ocasiones son invisibles desde la tribuna, como el del argentino Lisandro Magallán y el capitán Adrián Aldrete. Todo, gracias a la experiencia de El Turco Mohamed, un hombre que no olvida que el 29 de diciembre se cumplirán cuatro años de su último título con el Monterrey.

Suelen decir ex técnicos y jugadores que el 2-0 es un resultado engañoso. Parece casi un lugar común. Para que no existiera ningún tipo de dudas, el uruguayo Gabriel Fernández enfrentó a los zagueros que salieron a su paso y, con un zurdazo pegado al poste sobre la línea del área chica, superó al portero Miguel Jiménez para marcar el tercero (minuto 64). En un intento desesperado por cambiar la historia, el serbio Veljko Paunovic recurrió al ingreso de Alexis Vega, a quien miles de personas gritaron: ¡borracho, borracho! en alusión a sus salidas nocturnas y múltiples indisciplinas. Vega, sin embargo, fue la imagen contraria a la de César Huerta: eclipsado y sin una sola coartada para marcar diferencia. Amaury Vergara y Fernando Hierro, dueño y director deportivo del Rebaño, observaron resignados desde su palco el colapso de un proyecto con el que soñaban el campeonato. Sin ser un elemento formado en sus fuerzas básicas, sino de su rival, el Chino encendió el corazón de los auriazules. Fue el motor del emocionante ¡Cómo no te voy a querer!, que emergió desde las gradas y la firma más importante del pase a las semifinales.

Reconocen la superioridad

En medio de la decepción por la derrota, Paunovic reconoció que sus dirigidos fueron superados en más de un renglón por su rival. Ellos hicieron lo que tuvimos que haber hecho nosotros en el primer partido, explicó a su salida del estadio.

La eliminatoria la perdimos en Guadalajara, donde no conseguimos una ventaja mayor. Hay que cambiar la mente perdedora con la que salimos. Los momentos difíciles nos pesaron demasiado. Hubo errores y falta de capacidad, pero sé que esto se va a arreglar. Me sobra ímpetu, tengo unas ganas tremendas de ganar y nunca me voy a rendir ante nadie. El que está conmigo, estará hasta que yo siga aquí.

Más tranquilo, salió del vestidor Antonio Mohamed, timonel de los felinos, quien reconoció que las series de liguilla tienen un matiz diferente y ningún equipo puede celebrar antes de tiempo.

Ahora quedamos cuatro. Contaremos con las mismas posibilidades y lucharemos por ser campeones, sostuvo.

“Hay que saber elegir los momentos de los jugadores en la liguilla. Hoy le cambiamos la posición al Chino, lo pusimos más libre e hizo un gran partido. Todavía tiene mucho para darlos. Ojalá que pueda ser determinante en semifinales.”

https://radiosonora.com.mx/2023/12/04/pumas-a-semifinales-clara-victoria-sobre-chivas/

Por Editor